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Tansy E. Hoskins: “La moda sigue siendo una industria basada en la explotación”

Tansy E. Hoskins: “La moda sigue siendo una industria basada en la explotación”

La moda siempre fue política y, con los años, parece que lo es todavía más, no solo en las alfombras rojas; también en el comercio online. Así lo sostiene la periodista Tansy E. Hoskins en su libro Manual anticapitalista de la moda, cuya traducción en castellano acaba de llegar a las librerías de la mano de Capitán Swing. ¿Cómo nos incitan las grandes marcas a comprar? “De todas las formas posibles. La principal: afectando a nuestros sentimientos. Publicidad subliminal y todo este tipo de cosas”, responde a La Vanguardia por videollamada desde su casa en Reino Unido.

Nunca ha trabajado en la industria de la moda. ¿Cuándo surgió este interés?

Escribo para tratar de responder preguntas. En 2011 empecé a hacerme muchas sobre este sector, relacionadas con la imagen corporal, los derechos laborales, los derechos de los animales, el medio ambiente, el racismo… Y precisamente, al no trabajar para la industria tuve la libertad de escribir sin ataduras y de poder ser completamente honesta sobre lo estaba sucediendo. Siempre es todo más fácil si eres una outsider.

El libro llega ahora en castellano a las librerías, pero se publicó originalmente en inglés en 2014. ¿Ha cambiado algo?

La verdad es que no, pues la moda sigue siendo una industria basada en la explotación. De hecho, los multimillonarios que están en la cima se están volviendo todavía más ricos. Me refiero a Jeff Bezos, Amancio Ortega, Bernard Arnault… Y, mientras esto ocurre, los trabajadores de la parte más baja de la pirámide se empobrecen, pues su salario es cada vez menos digno. A las marcas les gusta cruzar fronteras. A veces trabajan en Myanmar y, otras, en Bangladesh o la India. Y, aunque allí los costes son más baratos, pagan muy por debajo de lo que toca.

Y, como sostiene en su libro, a costa del medio ambiente.

Tratan el entorno como si fuera un resort de todo incluido, es decir, todo, desde la tierra hasta el agua, pasando por el carbón y el petróleo, como si fuera inagotable, gratis y sin consecuencias. Alguien podría decir que viven en la inopia, pero saben perfectamente lo que hacen. Mirar hacia otro lado les sale, de nuevo, más barato. Es culpa de ellos, pero también de nosotros como consumidores, ya que se lo permitimos. Creo que deberíamos considerar la moda en su conjunto, no solo la apariencia visual, sino también el trato al medio ambiente, a las modelos… y el hecho de que su base se sostenga en pleno siglo XXI, entre otros factores, a la explotación racial.

¿Tiene sentido que el 80% de todo lo que exporta Bangladesh sean prendas de vestir?

En absoluto, pues esto hace que la economía del país sea muy vulnerable a las fluctuaciones de la industria de la moda, como lo que estamos viendo ahora mismo es la implementación de los aranceles de Trump. También pasa en Camboya o en la India.

¿Cómo ha influido la pandemia?

Demostró lo poco que cambien las cosas aunque todo tambalee. De hecho, empeoran, porque millones de trabajadores fueron abandonados por las marcas. Fue una época realmente vergonzosa para la industria.

En sus páginas debate también sobre la existencia o no moda ética, pues señala que solo representa el uno por ciento de la producción y las ventas globales.

Lo que haría que la ropa fuera más ética sería pagar a los trabajadores de la confección un salario digno, y esto no sucede. Y luego tendría que reducir drásticamente la cantidad de ropa que fabrica porque la sobreproducción y el exceso de oferta son un gran problema para el ecosistema. ¿Es posible poder hacer ambas cosas? Por supuesto, las herramientas están ahí pero, de nuevo, por el coste, no interesa.

¿Qué papel puede desempeñar el periodismo de moda en lo que a concienciación se refiere?

Podría cambiarlo todo y abrir mentes. Lamentablemente, esto es raro que suceda. Para ello haría falta modelo de financiación más independiente para los medios de moda. Actualmente, gran parte de la prensa de moda depende de los ingresos publicitarios de las personas y las empresas sobre las que se supone que informa. Yo confiaría más en las escuelas. Las de diseñadores y, también, de periodistas. Confío que las próximas generaciones nos permitan ver cambios.

¿Se considera entonces optimista?

Confío en que eso sucederá, pero no sé si yo estaré viva para verlo. Y eso que tampoco soy tan mayor.

¿Cómo podemos repensar la industria? ¿Qué podemos hacer como consumidores?

Creo que lo mejor que la gente puede hacer es involucrarse en la solidaridad textil y en dignificar la labor de los trabajadores de la confección. Esto se puede hacer uniéndose a alguna de las cientos de campañas contra las fábricas clandestinas. Hay que tener en cuenta de que hay amenazas muy reales para ellos todo el tiempo. El derecho a sindicalizarse está constantemente amenazado, así que podemos ayudarles en eso. También sirve denunciar la fast fashion y la situación climática que esta provoca. Y, por supuesto, comprar de forma consciente.

lavanguardia

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